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19 abr 2008

UN DÍA DE HUMO Y SOL


Hace días que los incendios en el delta nos están matando. Ayer fue uno de los peores días, y justamente ayer yo tuve que ir al hospital para hacer una consulta y tanto el viaje, la estadía en el hospital y la vuelta han sido terribles.

Por primera vez desde que se iniciaron los incendios y el humo comenzó a transformar la ciudad de Buenos Aires en una Londres sureña, el escosor en los ojos me mantuvo llorando casi todo el día, ni hablar durante el viaje en colectivo.

A las siete de la mañana, parada yo en el clectivo de la línea 114, podíamos ver más allá de 50 metros. Los pasajeros no parecían estar preocupados, aunque yo sí lo estaba, eso de no ver nada por humo y niebla no me gusta nada.

La garganta se me transformó en la "Caldera del Diablo", la nariz parecía contener en su interior una brasa del fuego que preparó el vecino el domingo para su habitual asado y los ojos se me hincharon y comenzaron a llorar solitos.

Cuando llegué al hospital parecía "El Monstruo de la Laguna Negra" o con suerte, un extraterrestre.

El consuelo: todos allí estaban igual que yo.

Lo único maravilloso fue ver el sol que gracias al "humo" parecía un medallón rojo colgado del cielo.

En esta foto ya estaba alto, y no del color rojo que yo lo veía desde el colectivo
pero me fue imposible sacar una fotografía con el celular.
Igual fue un regalo en una día horripilante.
(Foto tomada por mi esposo desde la terraza de mi casa)